domingo, 13 de noviembre de 2011

Una invitación inesperada


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Relato de un viaje

El 10 de Octubre fui invitada por de la Cámara del Libro Colombiana para participar del 5º Festival del Libro Infantil.

La invitación me llegó a través de María Osorio, quien además de trabajar en la organización del Festival junto a Diana Carolina Rey y Andrea Pinto de la Cámara del Libro de Colombia, desde 2005 tiene su propia editorial, Babel. Una editorial especial, que con un catálogo absolutamente cuidado, tanto en la elección de lo que edita como en las bellas ediciones, logra reflejar una identidad y una ideología. Tal vez sirva, para quienes conocen Calibroscopio, que diga que tienen mucho en común y que bien podrían ser primas hermanas latinoamericanas.

No porque sí hablo de María Osorio y de Babel , de editoriales chicas, independientes y latinoamericanas, sino porque este fue uno de los temas que se hablaron y discutieron en las mesas que hubo en la Biblioteca del Gimnasio Moderno , en el marco del 5º Festival.

Acá dejo una entrevista a María que vale la pena leer.

La biblioteca del Gimnasio Moderno donde estuvimos dando algunas de las charlas.
Imagen tomada de la web


Unos días antes, como si hubiese imaginado un viaje próximo,
había preparado un nuevo cuaderno.

2 de Noviembre, miércoles

Llegué a Bogotá por la tarde, cuando las charlas en el Gimnasio Moderno empezaban. Me recibió Andrea Pinto con un cartelito donde figuraba mi nombre, una gran sonrisa y un abrazo mayor.

Del aeropuerto El Dorado partimos hacia el hotel.

Con mucha pena y más cansancio, opté por quedarme allí a pesar de saber que perdería las primeras charlas, para descansar un poco o, como suelo decir, para aterrizar. Me había levantado a las 4 de la madrugada y para entonces, aunque mi reloj indicaba las 17 hs. para mí ya eran las siete de la tarde. No habría podido concentrarme en nada.

El descanso consistió en tirarme un rato y salir a caminar otro poco e intentar reconocer el lugar en el que estaba. Era mi primera vez en Colombia. Lo festejé apurando una cerveza local “Club Colombia” y un cigarrillo en un bar con mesas afuera, casi frente al hotel, antes de ir a cenar.

21 hs.

Me pasaron a buscar Valentín Ortiz, a quien llamé desde entonces mi anfitrión por las mil atenciones, y Pablo De Santis , que paraba en el mismo hotel que yo, unos pisos más abajo. No nos conocíamos excepto por nuestros respectivos trabajos y fotos. El encuentro y primer saludo fue en el ascensor.

Para quienes quieran saber más de Pablo, acá pueden leer una entrevista.

Era el Día de lo Muertos, con lo cual, Jairo Buitrago , escritor e ilustrador de libros álbum colombiano, eligió un restaurante mexicano para cenar. ¡Una deliciosa forma de conocernos!

Por supuesto, esa noche caí rendida en la cómoda cama de mi habitación de hotel.

La foto es de otro día, pero la cama es la misma.

Nota: Jairo Buitrago y Rafael Yockteng, como escritor e ilustrador, han hecho maravillosos libros, uno de ellos: Eloisa y los bichos , libro que se consigue en Buenos Aires en El Libro de Arena , la librería de Calibroscopio.


3 de Noviembre, juevesEnlace

Ese día me tocaba participar de dos charlas.

Mi primer desayuno consistió en probar todo lo nuevo y desconocido, y comer frutas, cosa que no hago habitualmente en el desayuno, para luego salir a caminar.

En ese corto paseo encontré un supermercado, Carulla, y allá fui, a recorrer góndolas, mirar productos y envases, verduras, frutas, cortes de carne, cosa que me encanta hacer en cada lugar nuevo que visito.

Cerca del mediodía, partimos en taxi con Pablo de Santis hacia Babel, a conocer la biblioteca y la editorial de María Osorio. Allá nos encontramos con María, Valentín, Eliana Pasarán, editora de libros para niños del FCE, Pancha (María Francisca Mayobre), directora editorial de Ekaré, Jairo y Daniel Rabanal, dibujante e historietista argentino.

Como nuestra primer charla era temprano, al ratito salimos caminando, guiados por Valentín hacia El pescadero de Tina bajo una amenazante lluvia tropical. Nos acompañaron unos cuantos gotones hasta entrar al local. Recién ahí, cayó un lluvión.

Para entonces, el agua no nos importaba; esperábamos nuestras cazuelas tomando jugo de lulo unos y cerveza otros. Ese día, aparte del jugo de lulo, probé varias cosas nuevas: arroz con coco, patacones y cocadas. Debo decir que este lugar me encantó, por el sabor local (en todo sentido) y por no pretencioso. Ahí, quiero volver.

Curiosidad 1: A los taxistas bogotanos hay que preguntarles si lo quieren llevar a uno a donde quiere ir antes de subir al auto. Es que ellos deciden si tienen ganas o no, de ir para allá.

Curiosidad 2: En Bogotá hay busetas (transporte público) bastante más chicas que los colectivos. No tienen paradas. Donde uno esté, estira la mano y se detienen. Después me enteré de que los choferes no cobran sueldo, sino un porcentaje de los pasajeros que levantan, motivo por el cual una mano levantada puede ser motivo de pelea.

También hay otro transporte público, el Milenio, un bus muy largo equivalente a dos con fuelle, rojo, más caro que las busetas, que une norte y sur de Bogotá por las carreras. Estos sí tienen pardas fijas.

Taxi, el Milenio y el cerro.

14 hs

Fuimos hacia el auditorio del Museo Botero, junto a Jairo Buitrago, para hablar de nuestros procesos de trabajo haciendo libros álbum.

Imagen tomada de la web del Museo.

Si bien la concurrencia no fue numerosísima, ya que ese día (también los anteriores y posteriores) hubo marchas de estudiantes en contra de la reforma de educación superior -acá, más información- que impedían el acceso fácil a esa zona de la ciudad (algunas fotos), compensó en lo receptiva y participativa. Jairo, con enorme generosidad, se dispuso a abrir el juego haciéndome preguntas. Devolví otras, y así se armó la charla. Desparramé libros que corrieron de mano en mano por el auditorio y volvieron a las mías con cartitas, más preguntas y abrazos.

Al salir del Museo Botero, pasamos por las oficinas y la librería del FCE, guiados por Eliana.


Vista desde las oficinas del FCE.

Valentín, Jairo, Pablo y Eliana. Salíamos del FCE.

Regresando al norte, desde el cerro, en taxi.

18 hs.

Entre una charla y otra, algunos nos hicimos un rato para tomar café. Ese rico y famoso café colombiano, “Juan Valdez”, del cual no podía dejar de traer un poco a casa.

Llegamos a la Biblioteca del Gimnasio Moderno justo a tiempo para escucharla a Dolores Prades, editora y gestora, especialista en literatura infantil y juvenil de Brasil, actualmente editora de la Revista Digital Emilia . Un mujer cálida, clara, llena de energía y de una gran lucidez, de quien recomiendo leer estos artículos, ya sea en portugués o en el idioma que quieran (los traductores en internet dan una buena mano para esto), ya que muchas de las cosas que podrán leer ahí, fueron tema de su charla y posterior debate.

A partir de la charla de Dolores, surgió algo que me gustaría compartir especialmente: la necesidad de que exista un frente unido de editoriales latinoamericanas que, más allá de chicas, sean independientes y coherentes con lo que editan, que no respondan exclusivamente al" mercado" con sus libros como simples productos de venta, sino que sean responsables a la hora de armar un catálogo de libros con calidad literaria, con peso e identidad, y que lo sostengan a lo largo del tiempo. Personalmente, estando allá, sentí que esto no es un simple deseo, sino que es algo que está en marcha y que debemos apoyar y empujar. ¡Vamos por una feria de editoriales independientes latinoamericanas!

19 hs.

Compartimos mesa junto a Jairo Buitrago; Eliana Pasarán, editora del Fondo de Cultura Económica, de México; coordinada por Analiesse Ibarra, diseñadora, quien trabajó por años en Ekaré.

El tema fue “Dirección de arte en los libros para niños”. En esta charla, a partir de las preguntas que nos hizo Analiesse, fueron apareciendo los distintos puntos de vista de quienes formamos parte del hacer del libro infantil.

Esa noche cenamos sentados a una larguísima mesa. Aunque algunos, antes, dimos un largo paseo. La idea era juntarnos en lo de María, quien iba en su auto con Silvia, Pancha , Dolores, y no recuerdo si alguien más. Pero para sorpresa de quienes viajábamos en taxi, al llegar a destino, apareció María para buscarnos y devolvernos al punto de partida. Un inesperado cambio de planes.

Pizza y vino chileno. Si bien todos, a pesar de lo hambrientos, teníamos muy buena disposición, no fue así por parte de los dueños ni las camareras del lugar. Aunque sólo tenían una mesa para atender, la nuestra, demoraron al principio y nos apuraron después. Serían las 11 de la noche, pero para ellos ya era hora de cierre. Así y todo, la pasamos de maravilla.

Curiosidad 3: trajeron el vino y lo dejaron en la mesa sin descorchar por largísimo rato, hasta que Daniel, haciéndose cargo de la impaciencia general, fue a pedir un sacacorchos y copas para todos. Supongo que es la falta de hábito vitivinícola...

Caminamos unas siete cuadras, con fresco, bajo un cielo limpio hasta el hotel.


4 de Noviembre, viernes

11 hs.

Teníamos reunión en la Cámara del Libro, para revisar algunos de los proyectos presentados a dos concursos de literatura, uno de IDRATES - I Premio Nacional de Literatura Infantil Ciudad de Bogotá 2011- y el otro de Cultura de la Nación - Premio de Literatura Infantil Libro Álbum-, ambos con premios desiertos.

El motivo de revisar y compartir estos proyectos fue que entre ese día y el domingo, en grupos y sesiones de tres horas, haríamos una devolución a los participantes, cada uno desde su área.

Eliana en la puerta de la Cámara del Libro en Bogotá

Terminada la reunión, caminamos hasta un moderno restaurante a comer delicias (no justamente locales, pero delicias al fin): ensaladas, wok, sushi…

Y, como después del almuerzo tenía un par de horas libres, aproveché para acercarme al Museo del Oro. Nuevamente caminando bajo la lluvia aunque, esta vez, estrenando paraguas para la ocasión.

Quedé embelezada con la orfebrería y alfarería, por el sentido, y no sólo la belleza, de cada pieza. Impresionada con ese legado. Un pasado que nos pertenece.

Cilindro tallado en piedra para estampar.

Cascabeles y murciélagos.


17 hs.

Nuevamente en la Biblioteca del Gimnasio Moderno.

A escuchar a Dolores, a Yolanda Reyes y a Silvia Castrillón, moderadas por María Osorio, en la charla “Libros para la primera infancia”, donde se armó un interesante debate acerca de qué leerle a un niño en sus primeros meses y años de vida, sobre la importancia de quién lee, la comunicación oral y el afecto, ya no sólo cuando el niño es niño, sino también desde el vientre materno.

19 hs.

Homenaje de IDRATES a Silvia Castrillón.

Imagen tomada de la web

Merecido y emotivo homenaje en reconocimiento al trabajo de Silvia, a su aporte a Bibliotecas y bibliotecarios de toda Colombia y Latinoamérica. Acompañaron desde lejos, con sus palabras, y también de cerca, muchísimos colegas de toda Latinoamérica a través de un bello video realizado por Valentín y Andrea.

Para quienes no la conocen, recomiendo leer un diálogo que mantuvo con Valeria Sorín -editora de la Revista Cultura LIJ-. Para los que la conocen, saben también que se trata de una mujer querible, muy especial, luchadora e incansable trabajadora.

Esa noche, durante el homenaje, finalmente nos vimos con Francisco Montaña, escritor colombiano, autor de No comas renacuajos a quien había conocido por Sandra Comino, el año pasado ( ¿o fue el anterior?), en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, día en que compartimos charla en un corto viaje en colectivo.

Francisco me regaló un libro y La Cámara otro, una maravilla que ya empecé a leer.

¡ No se enoje, Francisco, su libro vendrá después!

21 hs.

De fiesta en lo de María Osorio.

Después del homenaje en la biblioteca, enfilamos a lo de María para seguir festejando. Vino chileno y empanadas colombianas. Una cena cálida, llena de risas y charla entre todos los que habíamos compartido esos días de Festival. El clima de la noche nos acompañó y pudimos disfrutar de un cielo despejado en una hermosa terraza, a la que acudimos todos los fumadores que, aunque cueste creer, éramos mayoría.


5 de Noviembre, sábado

Pablo y yo, aprovechamos la mañana libre para pasear. Después de desayunar y hacer el check in de nuestros respectivos vuelos vía internet, caminamos juntos hasta que él siguió hacia el Museo del Oro, y yo opté por perderme en las carreras y calles de Bogotá. Saqué algunas fotos y de paso, otra vez en Carulla, compré unos chocolates.




Almorzamos rapidito con Francisco, Valentín, y Pablo, que llegó con menos tiempo, a media cuadra del Gimnasio. Poco después nos juntamos Daniel, Pablo y yo en la sala El Cocodrilo del Gimasio donde hicimos devolución de proyecto a quienes se acercaron.

El cocodrilo estaba ahí, gigante, colgado de las vigas que sostienen el techo.

Cuando terminamos, trepamos la mini escalera que nos llevaba a la parte más alta del edificio en el que estábamos y nos sacamos esta foto.

De derecha a izquierda: Pablo, Daniel, Valentín y yo.

Últimas horas de trabajo. Últimas horas en Bogotá. Empezó la despedida.

Ese día inaguró la Feria de Libros en el parque del Gimnasio. Pequeños stands diseñados por María que albergaban una cuidadísima y sabrosa selección de libros. De allí me traje un Mattotti.

Cenamos en lo de Francisco, distendidos, aunque los que partíamos, Pablo y yo, habíamos empezado a medir las pocas horas que nos quedaban antes del regreso.


6 de Noviembre, domingo

5 hs. El conserje del hotel nos prometió café. Y ahí estaba, la cafetera humeando sólo para nosotros. Último mimo.

5.30 hs Un auto esperaba para llevarnos al aeropuerto.

Llegamos, cada uno a despachar su valija en la compañía aérea que le correspondía. Hicimos aduana y migración, y nos despedimos. Supongo que Pablo, como yo, ya en soledad, repasó los momentos vividos y compartidos con tanta gente nueva.

Me llevo una sensación: en cada viaje que hago relacionado con mi trabajo, agrando la familia.

7.45 hs Despega mi avión. Hasta la próxima, Bogotá.

Sólo me queda agradecer esta invitación, el cariño, la hospitalidad y los mimos a María Osorio, a Valentín Ortiz, a Andrea Pinto, a Diana Carolina Rey, a IDRATES y a La Cámara del Libro de Colombia.

Y también a todos aquellos con quienes compartí esos días en un lindo clima de trabajo y placer.

Y un agradecimiento más, a Willy, el conserje del hotel, por su amabilidad y ayuda, y a los chicos de seguridad (disculpen, pero no recuerdo sus nombres) con quienes conversé cada vez que fui a la vereda a fumar (muchas), quienes me orientaron y me ayudaron a tener un panorama diferente de esa ciudad.

Eso sí, faltó la rumba. ¡Buen motivo para volver!

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4 comentarios:

Germán dijo...

¡Informe completo! Ahora habrá que repasar los hipervínculos. Gracias por compartir, María. Abrazo.

Eleonora dijo...

¡ Pero qué bueno que estuvo todo! Hermosos encuentros, hermosa gente.
Me alegro mucho, María.

Ale Karageorgiu dijo...

Qué lindo viaje, María, ¡cuántas bellas experiencias!
Es un gusto leerte y saber que hay además otros textos interesantes en todos los enlaces que dejaste.
Gracias por compartir tu cuaderno de bitácora.

María W. dijo...

Gracias a ustedes por leer!!!! Es cierto, hay mucho, muho en los links, pero no tengo dudas de que serán de vuestro interés. ¡Abrazos para los tres!